Hace unos días tuve oportunidad de asistir como mera espectadora a una
reunión para debatir sobre la modernización de la Acequia Real del Júcar y sus consecuencias
positivas y/o negativas sobre el medio ambiente en general y en especial sobre
la calidad del agua en el lago de La Albufera.
La Acequia Real de Júcar se ve inmersa en un proceso de adaptación para
hacer más eficaces sus consumos de agua y salieron a debate temas tan interesantes
como el hecho de que modernización como
sinónimo de eficiencia en el uso del agua puede llevar aparejados perjuicios
para determinados ecosistemas.
La primera causa se concretó en el
hecho evidente de que el río Júcar ha cambiado,
y ha cambiado principalmente porque ya no tiene los recursos que tenía. El
menoscabo de los recursos procede de una situación de sequía (no olvidemos que nos
encontramos en pre alerta por sequía) o mejor dicho de cambio climático (ya que
la lluvia en la cuenca se ha reducido en las últimas décadas).
La segunda causa es que han
aumentado las demandas en la cabecera del Júcar y la tercera causa es la
regulación que existe en el río: el primero elemento de regulación fue el embalse
de Alarcón, luego Contreras y finalmente Tous. Con la construcción de Tous es
cuando más se notó el cambio, y se ha pasado de una acequia que derivaba todas las
aguas que venían por el Júcar a derivar únicamente lo estrictamente necesario para el riego.
La ultima causa importante por supuesto ha sido la
modernización.
Pero, ¿qué cambios se han producido con la modernización y que
consecuencias tienen?.
Como cambios podemos considerar
que se procede a la transformación del
riego a manta por riego con goteo. Y con la automatización de los riegos se consigue
una mejora de la calidad de vida de los regantes, un mejor uso del agua consecuencia
del aumento de la eficiencia del riego (
lo que conlleva un ahorro de agua considerable). Otras ventajas a tener en cuenta
es la mejora de la calidad dado que el abono se
inyecta directamente en la tubería y es controlado por un técnico que
suministra las dosis adecuadas (ya no queda al arbitrio del agricultor) además
con el riego por goteo los problemas de malas hierbas desaparecen lo que hace
prácticamente innecesario el uso de
herbicida.
Como consecuencias, desde el
sector ecologista se veía con ciertas dudas la modernización. Cosa que
aparentemente puede suscitar sorpresa dado que si hablamos de una grave
situación de escasez de agua, si hablamos de eficiencia en el uso del agua y de
mejora de la calidad o al menos un mayor control de las sustancias químicas que
pueden acceder al agua; ¿por qué estas dudas?.
Las consecuencias alegadas era
dos aunque una de ellas mucho más determinante para el futuro del Parque.
La Albufera se alimenta de los retornos de agua de la Acequia Real. Con un
uso eficiente del agua ya no existen sobrantes que se devuelvan al lago.
Sin embargo esto con la actual revisión del Plan
hidrológico del Júcar no debe ser necesariamente así el Plan establece que de los 214,2 hm3/año de recursos
superficiales asignados a la Acequia Real se podrán utilizar 30 hm3/año
para el parque Natural de l´Albufera a medida que se vaya realizando la
modernización.
Por parte de la Acequia Real se
hacía alusión a que el lago de la Albufera como subsistema se ha convertido en
una auténtica demanda por lo que no debería depender de los sobrantes de otro
sistema.
Para mi es importante no sólo que
hidrológicamente l´Albufera se alimente de los retornos de la acequia sino que
los ahorros derivados de la modernización serán inmediatamente asignados a la
misma, con esto es evidente que la modernización es el medio por el que el lago
puede conseguir una asignación concreta y específica para el mismo. Se
plantearon dudas sobre si el término que utiliza el Plan “podrán” puede ser
interpretado como que luego ya veremos si esa agua se asignará al Lago o a otros
usos. Sin embargo desde la administración se confirmó que esa agua es para el
lago aunque depende de que efectivamente se ahorre con la modernización.
La segunda consecuencia de la modernización importante
pero más secundaria es que en otras comunidades la modernización ha hecho que
haya desaparecido la necesidad de la compleja e intrincada red de acequias con
lo que van abandonándose, se dejan de cuidar e incluso se incorporan al
cultivo, esto ha supuesto que las especies
de bivalvos, moluscos etc, es decir los pequeños ecosistemas existentes
en ellas desaparezcan.
A esta cuestión nadie fue capaz
de aportar solución aunque quedó claro que la ARJ no puede prescindir de su
sistema de acequias.
Finalmente y ya como valoración personal me gustó el
cruce de opiniones, las visiones o
puntos de vista encontrados entre las distintas partes implicadas y que
cualquier interferencia del ser humano en la naturaleza tiene sus ventajas y
desventajas. Opiniones como: “hace años los ecologistas nos demandabais
modernización en el riego” o “en pleno
siglo XXI no podéis condenarnos a regar como en el siglo pasado” llamaron
poderosamente mi atención.
Y algo de naturaleza más jurídica:
desde las instancias más ecologistas se solicitaba un pacto, un documento administrativo
que garantizase lo que decía el Plan hidrológico. Me sorprendió esta petición
aunque tenía su lógica. El RD que otorga el agua al parque es de cumplimiento
obligatorio. Sin embargo la reclamación es comprensible, puesto que con los
vaivenes legislativo y de partidos turnantes en el poder, lo que hoy es obligatorio,
puede ser derogado o modificado en otra legislatura. Por el contrario, si el
agua aparece en un proyecto o cualquier acto de naturaleza administrativa, es en la práctica mucho más
seguro porque, ¿a qué político le va a interesar modificar un acto
administrativo firme?
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