Hola, mi nombre es Silvia, soy abogada y estoy
en el paro. Me ha costado confesar esto pero después de más de seis meses estoy
preparada para decirlo. Estoy en el paro.
Trabajaba
en una gran empresa y formaba parte de un equipo de abogados del que me siento
orgullosa. Llegué a la empresa tras un calvario de 8 años de preparación para
la carrera judicial; y yo, que estaba acostumbrada a trabajar sola y a
considerar a todo el mundo el enemigo, aprendí a trabajar en equipo. Al principio
tímidamente y con desconfianza, por el grupo pasaron algunos más y me convertí
en veterana. Ayudé a integrarse a nuevas personas en el equipo (como antes me
ayudaron a mi) y al mismo tiempo que comprendí el valor del grupo, probé las
mieles del liderazgo. Me gustaba esa sensación de que sin perder tu independencia y la competitividad... el grupo generaba seguridad y confianza; sabes
que puedes contar con ellos para ciertas cosas y volcarte sólo en tu trabajo.
Me veía como esos marines de las películas
americanas que sienten que alguien les
cubre las espaldas, pero al mismo tiempo no dejan de estar alertas a todo lo que ocurre
Después
llego el despido, la decepción y llevo seis meses casi desconectada de una de las cosas que más
me gusta, el derecho y ya no puedo más, lo echo de menos.
Sin embargo, mientras lo profesional hacía aguas, he estado viviendo una época bastante
dulce en lo personal, época en la que he retomado las riendas de mi vida y de
mi familia; ya no soy una madre-mujer-hija haciendo equilibrios en una delgada
cuerda. Ahora llego a todo, bueno a casi todo (todo es imposible sería una
diosa), y ahora es el momento de mirar hacia esa tenue luz que se vislumbra en
un rincón de mi corazón, mi vida
profesional.
Nadie
me ha contratado aún, pero para trabajar
no hace falta un contrato sino ganas de hacerlo, y yo ganas, tengo muchas.
Una
de las cosas de las que el desempleo con su guadaña me ha privado es de las
charlas del café de la mañana con mis compañeros. Los abogad@s, en esto somos
un poco frikis, lo primero que hacemos al encender el ordenador es mirar el BOE
y alguna que otra página jurídica y eso ya generaba siempre un animado debate,
sumamente enriquecedor, echo mucho de menos eso, ¡chicos!, y eso me dio la idea
del blog.
Bueno
eso, y que mi hijo ve la serie de mi perro tiene un blog, y si él puede yo
también.
¿Mi
motivación?, me encanta el derecho, casi cualquier especialidad y ¿por qué no puedo ahora, en la distancia, seguir
manteniendo esa charla jurídica con mis antiguos y mis nuevos compañeros?; necesito que el engranaje siga funcionado mantenerme al día para que cuándo sea
el día, esté jurídicamente en plena forma.
Por vosotros chicos por los viejos y por los nuevos amigos.
Agradezco a la revista TELVA del mes de junio
de 2013 por darme un empujón, ayudó mucho en mi decisión una frase que encontré
en la misma del fantástico artículo del Alfonso Alcántara , El Coach 2.0
:“Una persona SIN BLOG ES UN SIN TECHO DIGITAL. Si
estás en internet las empresas, pueden comprobar cómo trabajas, que dominas las
tecnologías , cual es tu red de contactos y tu nivel de creatividad”.
Pues uno de tus viejos amigos te va a seguir a partir de ahora. Y queda mejor veteranos que viejos
ResponderEliminarEsto tampoco es nuevo, siento disentir pero he consultado en la RAE y define viejo como que no es reciente ni nuevo; sin embargo veterano,referido a una persona, es de edad madura.Un abrazo.
ResponderEliminarAcepto la invitación de café con derecho, si mis "equilibrios en la delgada cuerda" me lo permiten. Saludos.
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